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#FICG2020 – “OK, ESTÁ BIEN…”, de Gabriela Ivette Sandoval

En 2018, el proyecto “OK, está bien…”, opera prima de la realizadora Gabriela Ivette Sandoval –egresada del CUEC–, ganó tres premios en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) dentro de la sección “Guadalajara Construye”, dedicada a brindar apoyo a los títulos que requieren incentivos económicos para terminar su etapa de postproducción. Los premios obtenidos fueron: su inscripción en la sección Marché du Film dentro del reconocido Festival de Cannes, el trabajo de 120 horas en la edición de sonido y la realización del trailer de la cinta. Dos años después, “OK, está bien…” regresa al festival tapatío como película formal en la sección en competencia y confirmamos que se trata de una obra cinematográfica merecedora de los incentivos obtenidos.

El filme, que cuenta con un guion firmado por Roberto Andrade Cerón, mejor conocido como el comediante standupero “Tío Rober” –quien además produce y protagoniza la cinta–, tiene como personaje principal a Mariano, un hombre de 30 años con problemas de obesidad, que todavía vive con su madre en un conjunto habitacional de Tlatelolco, y que luego de seis años de haberse graduado de la carrera de cine con especialización en guionismo cinematográfico, no se ha atrevido a escribir un sólo guion cinematográfico y se conforma con dar clases semanales de apreciación cinematográfica a un grupo de adultos mayores que le critican sus gustos artísticos y se interesan sólo ver «películas bonitas». Mariano vive sumido en una profunda frustración, incomodidad e inmadurez emocional que canaliza a través de comentarios irreverentes y sarcásticos con todo aquel que se le atraviesa en su camino… y por lo general la víctima es su resignada y consentidora madre (encarnada por una estupenda Gabriela de Corzo).

La comodina y rutinaria existencia de Mariano se ve desequilibrada por la llegada de su primo lejano Ramiro (Ángel Alvarado), un atractivo quinceañero que viaja desde Querétaro a causa de problemas familiares con sus padres. Desde su llegada, Mariano comienza a jugar con su primo, burlándose y humillándolo para re valorarse a sí mismo frente a una realidad de frustración y soledad tanto profesional como emocional. Ramiro aguanta vara con las burlas, pero cuando su carácter fuerte sale a flote y demuestra ser, en varios sentidos, muy superior a Mariano –como en su atractivo y su confianza en sí mismo que le de la seguridad de invitar a casa a Mariali (Isabela Argudín), una chica de catorce años a la que conoció en un recorrido por el mercado del Chopo y que resulta ser una gran y apasionada cinéfila– las fricciones entre ambos se intensifican hasta llevarlos al enfrentamiento.

Es evidente el conocimiento y la pasión de Roberto Andrade Cerón en materia cinematográfica, encontrando en el talento como realizadora de la también evidentemente apasionada cinéfila Gabriela Ivette Sandoval el complemento ideal para dar forma a un proyecto fílmico que sobresale tanto en forma como en fondo. Pese a su limitado presupuesto, los involucrados en el proyecto consiguen gracias a la conjunción del estupendo trabajo del guion y el conocimiento de la gramática cinematográfica, una producción resuelta técnicamente con astucia y eficacia: su propuesta monocromática a cargo de Carlos Arriaga nos sumerge en una atmósfera evocadora y melancólica que nos transporta a esos momentos donde, por inseguridades o miedos, nos inventamos pretextos ante la vida porque no confiamos en nosotros mismos para poder lograr lo que siempre hemos anhelado, y envidiamos a aquellos que sí se arriesgan a luchar por lo que quieren.

El humor con el que está recubierto el filme es oscuro y retorcidísimo pero está ejecutado de manera sofisticada –ojo con los divertidos comentarios que desliza sobre el sexo entre familiares y con menores de edad en la provincia mexicana–, y de esta manera se distancia radicalmente de las comedias genéricas nacionales que abarrotan las pantallas desde hace ya no pocos años replicando las fórmulas de la comedia televisiva. Y es que la propuesta de “OK, está bien…” pretende alcanzar otro objetivo: la película, que combina drama y comedia absurda, toma grandes riesgos al no pretender colocar como protagonista a un ser humano correcto y con una personalidad atractiva, sino todo lo contrario. Mariano es un patán y manipulador que, en su perpetua condescendencia hacia con el resto del mundo, se ve a la vez acorralado por su gravísima inmadurez emocional. Sin embargo, la película en ningún momento lo juzga y mucho menos lo enaltece. No toma partido por sus acciones ni tampoco lo recrimina o somete a un castigo moral o ético por sus actos; trata de un personaje con claroscuros muy marcados pero en ningún momento la balanza se decanta hacia la figura de un héroe o un antagonista. Lo muestra como es: un ser humano que ha tomado sus decisiones; cada quien las considerará como buenas o malas, pero finalmente son sus decisiones.

Influenciado en más de un sentido por la obra cinematográfica de Woody Allen –no es gratuita la reinterpretación de la secuencia inicial de “Manhattan” (1979) con “Rhapsody in Blue” de George Gershwin como pista de fondo pero traspolándola a la Ciudad de México–, “OK, está bien…” es un relato agridulce sobre todos aquellos que no se atreven a hacer lo que quieren.

Antonio Ruiz | @FinbarFlynnXY

OK, ESTÁ BIEN…
2020 | Dir. Gabriela Ivette Sandoval | Actores: Roberto Andrade Cerón, Isabella Argudin, Ángel Alvarado, Gabriela de Corzo, Fermín Martínez.

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